Por Guillermo Cifuentes
“Qué difícil se me hace, cargar todo este equipaje, se hace dura una subida al caminar. Esta realidad tirana que se ríe a carcajadas, porque espera que me canse de buscar.” Llegado a la isla por culpa del pecado. Fue columnista del diario “La Discusión” de Chillán, (Chile). Guillermo Cifuentes
“Cuando tienes razón, nadie lo recuerda. Cuando estás equivocado, nadie lo olvida”. Muhammad Alí
El 21 de abril de 2015 el ex-presidente Hipólito Mejía anunció lo que haría en caso de que el candidato presidencial fuera Danilo Medina: “yo me iría a Gurabo a sembrar yuca… y a sembrar mango. Sería el fin de mi carrera”. Finalizó esas declaraciones afirmando que era imposible la candidatura de Medina en 2016. Que se equivocó está claro, pero lo que quiero rescatar de aquellas declaraciones es que el anuncio de su retiro se debía a que olfateaba desde entonces la imposibilidad de vencer la reelección.
Hipólito, un político de la vieja escuela, debe haber sabido que estas elecciones se darían “a la antigua”, tratando de que se reeditaran los viejos enfrentamientos entre el PLD y el perredeísmo en sus diferentes manifestaciones y que fuera de ese esquema nadie tenía derecho a esperar apoyos. La transparencia del planteamiento no tuvo imitadores entre los candidatos que apostaron a la polarización. Moreno y Abinader creyeron que podían ganar en primera vuelta y actuaron en consecuencia, llamando a la unidad con un significado inequívoco, “apóyenme a mi”.
Lamentablemente los potenciales apoyadores que sabían que ambos convocantes eran seguros candidatos a la derrota obviamente no pudieron o no quisieron convencerlos de su error, lo que no significa que no hayan intentado “forzar una segunda vuelta”.
Ante esa situación en la llamada oposición se dieron dos líneas de trabajo. Un primer camino que no dio resultados fue el explorado por la derecha del espectro político y consistía en forzar la segunda vuelta comprometiendo un apoyo de las víctimas de la reelección en el PLD. El otro camino explorado fue intentar acuerdos que permitieran una defensa unitaria de los votos en los colegios y la conformación de listas congresuales y municipales unitarias. Tampoco resultó pues el congreso y los ayuntamientos son en realidad bigañuelos al lado de la victoria presidencial en primera vuelta a la que no se estaba dispuesto a renunciar. Así se perdió la oportunidad única de lograr mejores resultados ante una contienda que estaba claramente definida desde el inicio.
Muchos no repararon en lo que en realidad estaba ocurriendo y que en este mismo espacio, luego de recordar que el Partido Dominicano nunca perdió una elección, alertábamos el 29 de julio del año pasado:“… lo que el golpe de mano ha puesto en primer plano es un modelo político avalado por los llamados poderes fácticos, que significa mantener a la democracia dominicana en los estrechos límites permitidos por la vieja herencia trujillista.” (29 de julio de 2015).
¿Y por qué recordar todo esto? Por la sobrevivencia de “los tácticos”, que son la expresión de cincuenta años de sumisión a lo que no resulta. Los “tácticos” que en estos días han querido poner la experiencia peruana como prueba de sus dichos sin ser capaces de entender que en realidad lo ocurrido en Perú demuestra justamente que lo correcto es participar en primera vuelta sin que los presuntos amigos se disparen a los pies.
Lo digo porque hay una pregunta que “los tácticos” no se han hecho: ¿Qué hubiera ocurrido en Perú si Verónika Mendoza no se hubiera presentado como candidata en primera vuelta? Por suerte ella no lee periódicos dominicanos, pues la izquierda peruana dejó de oír consejos caribeños desde que en 1990 apoyó a Fujimori para que no ganara la derecha representada por Vargas Llosa. Si ella se hubiera llevado de “los tácticos” debería haber apoyado a PPK en primera vuelta y la izquierda peruana no tendría ni un diputado (allá se necesitan votos para ser diputado) y Keiko Fujimori habría ganado en primera vuelta. El repunte de PPK de 30 puntos en esta segunda vuelta no se entiende sin el apoyo de Mendoza lo que queda muy claro por los resultados en aquellos lugares en donde la izquierda ganó en la primera vuelta y que ahora fueron favorables a PPK en la segunda. Agreguen el apoyo del ganador de Cajamarca aunque esté preso.
Verónika Mendoza dio en verdad una lección de táctica cuando levantó la alternativa independiente en primera vuelta lo que le permitió ser decisiva en la segunda vuelta sin los quinta columnistas con sus estrategias tantas veces derrotadas. Anoten que el apoyo de Verónika Mendoza a PPK se hizo público menos de una semana antes del día decisivo. Esto lo vimos venir y por eso insistimos frente quienes esperaban las sobras en primera vuelta que los apoyos en la segunda son incondicionales, sin pactos ocultos ni acuerdos de aposento. Con tiempo advertimos lo abusivos que resultaban para la inteligencia los juicios insensatos de que se esperara una segunda vuelta para hacer allí una concertación o para lograr conformar por fin el malogrado frente opositor o para que funcionara un frente anti reeleccionista con aliados que votaron favorablemente la reforma constitucional de 2015. “Revisen segundas vueltas y se darán cuenta que la mayoría no tiene ese componente. Aquí o falta conocimiento de otras experiencias, o creen que todos hacen política como los que imprudentemente insinúan esa posibilidad.” dijimos en esta misma columna el 27 de enero de 2016.
La izquierda peruana, a pesar de todo y de todos, ha tenido un acierto táctico. No solo no perdió “su pureza” y “sus principios” apoyando a PPK ¡¡en la segunda vuelta!!, sino que puso en primer plano algo que “los tácticos” locales no alcanzan a entender: la democracia es una necesidad superior. Dicho en palabras de Simón: “En la primera vuelta se vota con el corazón, en la segunda con la cabeza”. Ambos órganos, corazón y cabeza, están lamentablemente en desuso entre los que no acaban de darse cuenta que hace tiempo vienen errando los tiros.